miércoles, 17 de febrero de 2010

El policía salsero II

(continuación) En cualquier caso podría parecer afortunada. Había conseguido seducir al hombre que deseaba. Pero no. Seducirle había sido la puerta a un encuentro sexual de terror.

Nada más salir del local de salsa, me agarró del hombro para ir caminando juntos abrazados. Entramos en el coche, y entonces, mientras conducía, agarró mi mano y la colocó sobre la suya, la que cambiaba de marchas, para ir así todo el trayecto, agarraditos de la mano. Mientras le miraba hacer maniobras para cambiar de marcha no podía dejar de preguntarme qué clase de conexión razonable hacía que tuviera sentido que tras rechazar besarme en la boca a pesar de tener casi su aliento en mi boca, ir agarrados dulcemente de la mano mientras conducía fuese alguna clase de consecuencia lógica.

Me acercó a casa y paró el coche. Y me besó. Sí. Me besó. Cinco segundos en la boca y entonces restregó su mejilla contra la mía. Y siguió. Siguió restregando. Yo me preguntaba cuándo volvería a focalizar el asunto sobre mi boca pero aquel hombre parecía entretenido acariciando mi cara con la suya. En un contexto romántico, el roce mejilla contra mejilla puede resultar tierno y sensual. E incluso mantener unos segundos evitando el contacto obvio entre labios puede hacer arder cualquier tensión sexual palpitante pero, definitivamente, intervalos de cinco minutos de masaje facial tras cada beso de 5 segundos era la perfecta manera para que la líbido dijese "adiós".

Intenté no tenerlo en cuenta. Quizás era un hombre algo disperso. Sólo había que reenfocar su atención. Seguimos besándonos. De repente se rió y dijo “¡Vaya! ¡Me estoy poniendo caliente!” No. No podía ser. ¿Acaso iba a narrármelo?

Arrancamos el coche y fuimos en busca de algún lugar más solitario. Ah, qué gran error. En la parte de atrás, él, con la cabeza apoyada en mis pechos se dedicaba a jugar con ellos sin mucha intención de que yo me enterara. Tranquilo, despacito, con los ojos cerrados. Era un hombre muy sutil desde luego en cuanto a proporcionar placer. Tanto que durante un momento me quedé fría al verlo tan quieto y pensé “¿Se ha quedado dormido?”. Visto lo visto después, lo hubiera preferido así.

De repente, abrió los ojos. Pensé “ah, míralo, ahí está”. Entonces me besó apasionadamente y después se echó encima mía y agarró mi cuello con su mano mientras me miraba. Confieso que pensé “Está bien, un poli loco. Mañana mi cuerpo aparecerá descuartizado en cualquier cuneta.” Le pregunté que por qué me agarraba así y respondió “mmm, es que estás muy buena” “Ah”. Estoy tan buena que intentas arrancarme el cuello para quedarte con una parte d mi... romántico "a morir".

He de decir que aún así, no todo era malo, tenía grandes cualidades…y no, no era eso…hablo de su autoestima. El momento climax dejó claro su gran seguridad y estima en sí mismo cuando teniendo un micro pene se atrevió a preguntar “Quieres saber lo que es bueno?? ¿Quieres que te la meta toda?” Pensé “Bueno..inténtalo…" Pero por fortuna no pudo intentarlo: un enviado del cielo, o simplemente un señor mayor que por lo que parecía debía dirigirse a su finca y nosotros que estábamos en mitad de un camino de tierra perdido, se lo impedíamos, interrumpió el gran momento. Así que nos vestimos, y me llevó a mi casa, no sin antes, apartarse a un ladito para buscar el envoltorio del condón: “Es para que no lo vea mi abuela cuando se suba al coche”. Esa abuela debía estar loca por tener nietos...

1 comentario:

Si vas a comentar... no seas cabrón o cabrona que te echo al saco y te hago una historia:P